Puede que trabajar de nueve a cinco sea la norma, pero nunca ha sido un picnic. En serio, ¿alguna vez te has alegrado un domingo por la noche pensando "guao, mañana tengo que empezar otra ronda de cuarenta horas"? Por supuesto que no porque trabajar cuarenta horas (o más de cuarenta horas) a la semana no es para cualquiera. Si lo fuera, no necesitaríamos los fines de semanas ni las vacaciones para recuperrnos.
Pero la cosa se pone peor. Investigadores descubrieron recientemente algunas consecuencias bastante locas relacionadas con las largas jornadas de trabajo y el desempeño cognitivo.